‘Come away for a while to a quiet place’ – ‘Aléjense por un tiempo a un lugar tranquilo’

Bishop Joseph M. Siegel

The Bishop's Corner

Editor’s note: The Spanish translation of this column appears below the English.

Now that schools have begun recess and the warm weather settles in, most of us are beginning summer schedules. However, many families will leave the busyness of the school year and move right into the equally busy routine of practices and games, outdoor projects, summer jobs and other activities.  Hopefully we will also plan some quiet to spend time with family and friends on vacations, weekend trips or even a “staycation.”  A time of leisure and relaxation, away from our usual hectic pace, is essential to our physical, mental, emotional and even spiritual wellbeing. The Lord himself called His disciples to come away to rest and be renewed after they had returned from their missionary work (Mk 6:30-31). So too, the Lord invites us to come away to be refreshed and reinvigorated. Without some break, it is all too easy to burnout and lose the joy and peace that should be part of our lives.

We also want to be sure to make the Lord part of our summer schedule as well. As our daily routine changes, it is all too easy to forget that we need to maintain our relationship with God through our prayer and worship. Actually, the summer could be an opportunity to make a little more time for personal prayer: Eucharistic adoration, the Rosary, Scripture or other spiritual reading.  Whether on the beach or working in the garden, we can take the time to praise God for the beauty of the day and for the other blessings of our life. While on vacation, visiting a local church to worship on Sunday can be an inspirational as well as an enjoyable experience. The website www.masstimes.org has Mass schedules for churches around the country and around the world. If we can integrate our relationship with the Lord with our leisure and fun, then this can truly be a time of peaceful renewal for our busy lives.

As part of this time away from your usual schedule, I invite you to also take a break from technology while on vacation – or even while at home over the summer. To paraphrase Charles Dickens in “A Tale of Two Cities,” the internet has been the best of innovations and the worst of innovations. Certainly the internet provides instant communication and information, and smart phones makes that access available almost anywhere at any time. There are many benefits to this. Yet, when I get my weekly report of my time online, I am often amazed by how many hours were spent there, whether for work or for leisure. As well, we all know that the content on the many platforms is not always productive or helpful to us, especially our children – and, in fact, can lead to unhealthy habits and sinful behaviors. Some social media can be offensive or hurtful, and following angry and polarizing blogs can be frustrating and demoralizing.

With this in mind, I have started to limit the time I spend online outside of necessary work-related activity.  Rather than picking up my phone and looking for news or blogs when I have spare time, I have taken the opportunity for prayer; to pick up a good book or periodical; or listen to music that I haven’t played for some time. While hard at first, I have found this freedom from technology to be refreshing. It actually helps me to focus my mind and put more effort on worthwhile endeavors. This summer, I invite you to take a sabbatical from technology, limiting your online usage, and then taking the extra time and energy to pray, read, spend time with family and friends, garden or whatever would be truly be enjoyable and life-giving for you.

The Lord calls to us, “Come to me all you who are weary and find life burdensome, and I will give you rest” (Matt. 11:28). Let us respond to His invitation and, with His grace, break away from our usual regimented schedules over the coming weeks to seek true renewal in spirit, mind and body.

 

Ahora que las escuelas han comenzado su receso y el clima cálido se instala, la mayoría de nosotros estamos comenzando los horarios del verano. Sin embargo, muchas familias dejarán el atareado año escolar y se moverán en la también atareada rutina de prácticas y juegos, proyectos al aire libre, trabajos de verano y otras actividades. Ojalá que también planeemos algo tranquilo para pasar tiempo con familia y amigos en las vacaciones, viajes de fin de semana o hasta una “quedación”. Un tiempo de recreación y relajación, lejos de nuestro usual lugar ajetreado, es esencial para nuestro bienestar físico, mental, emocional y hasta espiritual. El Señor mismo llamó a Sus discípulos para que se alejaran a descansar y estar renovados al regresar de su trabajo misionero (Marcos 6:30-31). Así también, el Señor nos invita a alejarnos para estar renovados y revitalizados. Sin tomarnos algún descanso, es muy fácil agotarse y perder la alegría y la paz que tendría que ser parte de nuestras vidas.

También debemos asegurarnos de que el Señor sea parte de nuestro horario de verano. A medida que nuestra rutina cambia, es muy fácil olvidar que necesitamos mantener nuestra relación con Dios a través de la oración y la devoción. De hecho, el verano puede ser una oportunidad para hacernos un poco más de tiempo para la oración personal: la adoración Eucarística, el Rosario, las Sagradas Escrituras u otra lectura espiritual. Ya sea en la playa o trabajando en el jardín, podemos tomarnos el tiempo de alabar a Dios por lo bello que es el día y por las demás bendiciones en nuestra vida. Cuando estemos de vacaciones, visitar una iglesia local para practicar la alabanza del domingo puede ser una experiencia inspiradora y agradable. La página web www.masstimes.org tiene los horarios de las Misas de las Iglesias de todo el país y el mundo. Si podemos integrar nuestra relación con el Señor a nuestra recreación y diversión, este podría ser un tiempo de verdadera renovación de paz para nuestras vidas ocupadas.

Como parte de este tiempo alejado del horario usual, yo los invito a que también se tomen un descanso de la tecnología mientras estén de vacaciones—o también cuando estén en sus hogares durante el verano. Para parafrasear a Charles Dickens en “Historia de dos ciudades,” el internet ha sido la mejor de las innovaciones y la peor de las innovaciones. Ciertamente el internet brinda comunicación e información instantánea, los teléfonos inteligentes nos proporcionan el acceso a casi todos los lugares y en cualquier momento. Hay muchos beneficios en esto. Sin embargo, cuando recibo mi reporte semanal de mi tiempo en línea, siempre me asombro de cuántas horas he estado allí, ya sea por trabajo o por recreación. Además, todos sabemos que el contenido de las plataformas no es siempre productivo o provechoso para nosotros, espacialmente para nuestros niños—y, de hecho, puede conducir a hábitos poco saludables y conducta pecaminosa. Algunas redes sociales pueden ser ofensivas o dañinas, y seguir a blogs con contenido violento y polarizante puede ser frustrante y desmoralizante.

Con esto en mente, yo he comenzado a limitar el tiempo que paso en línea fuera de las actividades necesarias relacionadas al trabajo. En vez de tomar mi teléfono y buscar las noticias o los blogs cuando tengo tiempo libre, aprovecho la oportunidad para orar; para tomar un buen libro o periódico; o disfrutar de música que no he escuchado por un tiempo. Aunque sea duro al principio, he encontrado que esta liberación de la tecnología es renovadora. En realidad, me ayuda a enfocar mi mente y poner más esfuerzo en labores que valen la pena. Este verano, los invito a tomarse un sabático de la tecnología, limitando el uso de las redes en línea, y así tomarse el tiempo y la energía adicional para orar, leer, pasar tiempo en familia, trabajar en el jardín o lo que ustedes verdaderamente disfruten y les de vida.

El Señor nos llama, “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré Alivio (Mateo 11:28). Respondamos a Su invitación y, con Su gracia, separémonos de nuestros horarios usuales en las próximas semanas para buscar una renovación verdadera de espíritu, cuerpo y mente.