Queridos Hermanos en Cristo,
Después de consultar con nuestros sacerdotes, el pasado otoño decidí que como parte de la celebración del aniversario 75 de nuestra diócesis,
consagraríamos nuestra Iglesia local al Corazón Inmaculado de María. Como ya saben, la Santísima Virgen, bajo su título, María Madre de Dios, fue declarada nuestra patrona cuando nuestra diócesis se fundó en 1944. Por todas estas décadas, María ha sido nuestra protectora especial, intercesora e inspiradora a través de todas las alegrías y las tristezas que la gente en nuestros 12 condados ha experimentado. Ahora, al enfrentarnos al continuo desafío de la pandemia COVID-19 y el malestar de nuestra nación, parece especialmente apropiado recurrir una vez más a nuestra Señora por sus oraciones y su protección.
El acto de Consagración tomará lugar el 12 de septiembre de 2020, en el Memorial del Sagrado Nombre de María, después de la Misa en la Catedral de San Benito. Junto con la consagración diocesana, también les pido a todos nuestros sacerdotes que consagren sus parroquias al Inmaculado Corazón de María; y aliento a cada uno de ustedes a consagrarse a ustedes mismos individualmente. En las semanas anteriores (típicamente los 33 días), estamos todos invitados a prepararnos espiritualmente para esta consagración. La diócesis estará proveyendo a sus parroquias de varios recursos para asistirlos a ustedes en esta preparación.
En el más simple de los términos, mediante la consagración mariana, nosotros nos damos a María para ser formados en la imagen de su Hijo, Jesús, a través del poder del Espíritu Santo. San Luis de Montfort una vez escribió, “La consagración total a Jesús a través de María es la más segura, más fácil, más corta, y más perfecta manera de convertirse en santo.” Así que, si estamos esforzándonos para lograr la santidad, que es nuestra vocación bautismal, entonces pedir las oraciones de Nuestra Señora es la forma ideal de acercarnos a esta meta eterna.
Es mi esperanza que esta Consagración al Inmaculado Corazón de María abrirá nuestros corazones más profundamente a su poderosa intercesión para que ella nos guíe siempre más profundamente en el amor de su Hijo, Jesucristo, quien es el mismo ayer, hoy y siempre.
Obispo Joseph M. Siegel