“In Dialogue with Peter” — “En Dialogo con Pedro”

By Father Martin Estrada

Because I am Catholic!

From November 14 to 17, Father Juan Ramírez and myself were blessed to participate in the convention for priests in Rome, Italy, organized by the National Association of Hispanic Priests in the United States (ANSH).

During this visit to Rome, I had the opportunity to eat delicious pasta and drink delicious coffee. Visit historical and interesting places such as the Roman Coliseum, the Pantheon, among others. During the convention, we had several talks from priests, bishops and cardinals who motivated us to continue in our priestly calling and mission in a land far from ours. We celebrate masses in very spiritual places such as St. Peter's Basilica in the Vatican, in the Basilica of St. Paul Outside the Walls. We prayed in front of the tomb of Saint Peter and sang the fisherman's song together. Truly was an excellent time that has motivated me more in my priestly ministry.

However, I would like to share with you the strongest experience I had at this convention, which was the private audience with the Holy Father.

On Thursday the 16th at 5 a.m. we prepared to leave for the Vatican. I don't usually consider myself a morning person, but that day I was so excited that I woke up earlier. Two buses took us, about a hundred priests, who with great enthusiasm, wanted to be among the first to enter and be next to Pope Francis.

After a long wait in St. Peter's Square, the guard did not lead us down the stairs and hallways that would lead us to the meeting with the Pope. It was a long road, or at least that's how I felt because of the emotion. Finally, we arrive at the Clementine Hall where the Pope usually receives medium-sized groups in audience, but also where he meets with cardinals. Sitting in the third row, I nervously contemplated the art in the room and thought about how many popes, cardinals and important people passed through that majestic and important place.

Suddenly the photographers and journalists came out, the side door opened and the figure of the Pope appeared using a cane and walking slowly. The room became completely silent until His Holiness sat down and smiled. At that moment the room burst into applause.

He began his speech by welcoming us:

Dear brothers, thank you for coming here: this is the house of Peter, it is your house, because the Church is a house with open doors, to which all come from east to west to sit at the table the Lord has prepared for us (cf. Mt 8:11). And when we want to make the Church refined, it is a house with closed doors, and this is not good. Beware of ecclesiastical refinement.

With an Argentinian accent, he urged us to pray and do ministry without abandoning one or the other, as can often happen to us with activism.

Do not leave those who suffer abandoned, do not leave the Lord of the Tabernacle abandoned, convince yourselves that you will not be able to do anything with your hands if you do not also do it with your knees. Adoration, Eucharistic silence and intercession before the Tabernacle. And then yes, service. But it's like pingpong, one leads to the other, one leads to the other.

His words were very moving and encouraging, inviting us not to leave aside the adoration of the Blessed Sacrament in the Tabernacle in order to do what the ministry asks.

After the speech, we had the opportunity to greet the Pope one by one. As I walked towards him I thought about what I was going to say to him. But upon arriving and feeling a peace and spirituality that I had not experienced before, I could only say thank you and God bless you. He smiled at me and said thanks to you. He gave me a rosary and I went to sit down with the feeling of having greeted a holy, good and humble man who in his suffering never stops bearing witness of God’s love.

This convention really was a “Dialogue with Peter” for the opportunity to see the places and history of our Church, the tomb of Saint Peter, to greet Pope Francis, but above all to know that Christ in the Blessed Sacrament continues to wait for us to have an experience of love greater than that of seeing the Pope. Saint Peter, pray for us.

 

“En Dialogo con Pedro”

El Padre Martin Estrada

Porque soy Católico!

Del 14 al 17 de noviembre el padre Juan Ramírez y un servidor tuvimos la bendición de participar en la convención para sacerdotes en Roma, Italia organizada por la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos en los Estados Unidos (ANSH). 

Durante esta visita a Roma tuve la oportunidad de comer deliciosa pasta y tomar rico café. Visite lugares histiricos e interesantes como el Coliseo Romano, el Panteon, entre otros. Pero lo mas enriquesedor e interesante fue la conferencia. Tuvimos varias charlas de sacerdotes, obispos y cardenales que nos motivaban a continuar en nuestro llamado y mision sacerdotal en una tierra lejana a la nuestra. Celebramos misas en lugares muy espirituales como la Basilica de San Pedro en el Vaticano, en la Basilica de San Pablo Extramuros. Rezamos frente a la tumba de san Pedro y cantamos juntos el canto del pescador. Realmente un excenlente tiempo que me ha motivado más en mi ministerio sacerdotal.

Sin emabrgo, me gustaria compartirles la experiencia más fuerte que tube en esta convencion que fue la de la audiencia privada con el Santo Padre. 

El jueves 16 a las 5:00 am nos preparamos para partir al Vaticano. Por lo genera no me considero una persona que le gusta madrugar pero ese dia estaba tan emocionado que me desperte antes. Dos autobuses nos llevaron cerca de un centenar de sacerdotes, que con mucho entucismo, queriamos ser de los primeros en entrar y estar junto al Papa Francisco. 

Despues de una larga espera en la Plaza de San Pedro el guardia no condujó por las escaleras y pasillos que nos conducirian al encuentro con el Papa. Fue un largo camino, o al menos asi lo sentí por la emocion. Finalmente llegamos a la Sala Clemantina donde usualmente el Papa recibe en audiencia grupos medianos, pero tambien donde se reune con carnedales. Sentado en la tercera fila contamplaba con nervios el arte de la sala y pensaba cuantos papas, cardenales y personas importantes pasaron por aquel resinto tan magestuoso e importante.

De pronto salieron los fotografos y periodistas, se abrio la puerta lateral y aparecio la figura del Papa usando un baston y caminando lentamente. La sala se puso en completo silencio hasta que Su Santidad se sentó y sonrió. En ese momento la sala estallo en aplausos. 

Comenso su discurso dandonos la bienvenida: 

Queridos hermanos: Gracias por venir aquí, ésta es la casa de Pedro, la casa de ustedes, porque la Iglesia es una casa de puertas abiertas, a la que todos acuden desde oriente a occidente para sentarse en la mesa que el Señor nos ha preparado (cf. Mt 8,11). Y cuando queremos hacer exquisita la Iglesia, es una casa de puertas cerradas y eso no funciona. Cuidado con la exquisitez eclesiástica.

Con un español argentino nos exhorto a orar y obrar sin dejar una o la otra como muchas veces nos puede ocurrir con el activismo. 

No dejen abandonados a los que sufren, no dejen abandonado al Señor del Sagrario, convénzanse que no van a poder hacer nada con las manos si no lo hacen también con las rodillas. Adoración, silencio eucarístico e intercesión ante el Sagrario. Y después sí, servicio. Pero es como el pingpong, una lleva a la otra, una lleva a la otra. 

Sus palabras fueron muy conmovedoras y alentadoras que nos invitan a no dejar a un lado la adoración al Santísimo en el Sagrario para poder realizar lo que el ministerio pide.

Después del discurso tuvimos la oportunidad de saludar al Papa de uno en uno. Mientras caminaba hacia él pensaba que le iba a decir. Pero al llegar y sentir una paz y espiritualidad que no había experimentado solo le pude decir gracias, Dios le bendiga. Él me sonrió y me dijo gracias a ti. Me dio un rosario y me fui a sentar con una sensación de haber saludado a un hombre santo, bueno y humilde que en su sufrimiento no deja de dar testimonio. 

Esta convención realmente fue un “Dialogo con Pedro” por la oportunidad de ver los lugares y la historia de nuestra Iglesia, la tumba de San Pedro, el saludar al Papa Francisco, pero sobre todo saber que Cristo en el Santísimo nos sigue esperando para tener una experiencia de amor mayor que la de ver al Papa. San Pedro, ruega por nosotros.