By BERTHA MELENDRES
Because I am Catholic
Editor’s note: The Spanish translation of this column appears below.
As we approach the 20th anniversary of the fatal September 11, we remember with great sadness and deep sorrow the loss of nearly 3,000 people who died on that day. It is at times like these that believers seek refuge, comfort and peace in our faith. Like helpless lambs we seek our good Shepherd to protect us as Psalm 23:4 says, "Even though I walk through the valley of the shadow of death, I will fear no evil, for you are with me; your rod and your staff comfort me.”
I remember that morning; I turned on the TV, as I always did, to look for Sesame Street, which I used to entertain my son Jonathan who was 9 months old as we both got ready to go on with our day. The images they were broadcasting were like those of a movie, and I wondered why they would be showing it on all the different channels. It took me a couple of minutes to understand what was happening; but as soon as I understood the first thing that came to my mind was to pray, and I began to pray for those affected and for our own protection.
Before I left my baby boy with the babysitter I had to go pick up some diapers from the supermarket. Upon entering the store, I noticed that there was no background music and I remember that everyone walked around the store quietly and as if everyone was in a trance. Everyone was getting large amounts of bottled water and canned food; it seemed that they were all preparing for the worst. When I got to work, my colleagues were around the TV, not talking and afraid of what might happen.
Our supervisor told us to pray, each according to our faith. After a moment of silent prayer, I remember the words of my coworker Lynn: "I am worried about my children because they are in a public school, and I don't think they can help them to pray at this time." I realized how important the great gift of our faith really is. It was on that day that I intended to do everything I could to get my son to attend a Catholic school, where I knew he could pray freely with his teachers and classmates when things like this happened.
I know we all remember the exact moment we learned what happened on that horrific day. A day that made me appreciate the gift of our faith, vital to every believer. I was also reminded that I am never alone, and that I can always seek comfort and peace in my Lord. Our loving Father will always be by our side like he states in Isaiah 41:13: "For I am the Lord, your God, who grasp your right hand; it is I who say to you, 'Do not fear, I will help you.’” May we remember on this 20th anniversary of 9/11 that we are never alone, and that it is the Lord who has given us the gift of faith to believe it.
Bertha serves as Director of Hispanic Ministry for the Diocese of Evansville.
By BERTHA MELENDRES
PORQUE SOY CATOLICO!
Al acercamos al 20 aniversario del fatal 11 de Septiembre, recordamos con gran tristeza y profundo dolor la gran pérdida de casi 3,000 personas que fallecieron ese día. Es en momentos como estos en que los creyentes buscamos el refugio, consuelo y paz en nuestra fe. Como corderitos indefensos buscamos a nuestro buen Pastor para que nos proteja como lo dice el Salmo 23:4 “Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo; con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.”
Recuerdo que esa mañana encendí el televisor como era mi costumbre para buscar el programa de Plaza Sésamo con el cual solía entretener a mi hijo Jonathan de solo 9 meses. Mientras nos alistábamos para empezar el día. Las imágenes que estaban transmitiendo en la tele eran como las de una película, y me preguntaba porque la estarían pasando en todos los canales. Me tomo un par de minutos entender lo que estaba sucediendo, pero en cuanto entendí lo primero que me vino a la mente fue orar y Comencé a pedirle a Dios por los afectados y por nuestra protección.
Antes de dejar a mi niño con la niñera tuve que ir al supermercado para comprarle pañales. Al entrar a la tienda, note que no había música de fondo y recuerdo que todo mundo caminaba por la tienda en silencio y como si todos se encontraran en un trance. Todos llevaban grandes cantidades de agua embotellada y alimentos enlatados, parecía que se preparaban para lo peor. Al llegar a mi trabajo mis compañeros se encontraban alrededor del televisor, sin hablar y con temor por lo que podría pasar.
Nuestro supervisor nos dijo que oráramos cada quien de acuerdo a nuestra fe. Después de un momento de oración en silencio, recuerdo claramente las palabras de Lynn una de mis compañeras “me preocupan mis hijos, porque están en la escuela pública y no creo que puedan pedir que oren en este momento.” Me di cuenta del gran regalo y lo importante que es nuestra fe. Desde ese día, me propuse que haría todo lo posible para que mi hijo fuera a un colegio católico en donde pudiera orar libremente con sus maestros y compañeros de clases cuando sucedieran cosas como estas.
Yo sé que todos recordamos exactamente cómo fue que nos dimos cuenta de lo que sucedió en ese fatal día. A mí me hizo apreciar el don de la fe que es tan preciado y tan vital para cada creyente. Fue un recordatorio de que nunca estoy sola y que siempre puedo buscar el consuelo y la paz en mi Señor. Él nunca nos deja solos como lo dice en Isaías 41:13 “Porque yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: "No temas, yo vengo en tu ayuda.” Que en este 20 aniversario del 9/11 recordemos que nunca estamos solos y que es el Señor quien nos ha regalado el don de la fe para creerlo.
Bertha se desempeña como Directora del Ministerio Hispano de la Diócesis de Evansville.