By FATHER MARTIN ESTRADA
BECAUSE I AM CATHOLIC
Nota del editor: La versión en español de esta columna aparece debajo de la versión en inglés.
Editor’s note: The Spanish versión of this column appears below the English versión.
One of the most beautiful memories of my childhood during Holy Week is the living Stations of the Cross that takes place year after year in my hometown. Every Holy Friday at noon, the parishioners gather in the main square to walk with “Jesus” to where he will be crucified.
I remember that it was a very important celebration, during the holy days a deep respect and fervor were kept. From Holy Thursday to Easter Sunday it was not allowed to watch television or listen to the radio. We could not play sports or do unnecessary work either. But Friday was the most solemn day of all, even more so than Easter Sunday. People dressed in black, they did not allow themselves to speak much and they fasted rigorously. It was a very special day, because the Passion and Death of Christ was remembered.
The fervor of the people was seen and felt in the silence and deep respect of the march of the Living Stations of the Cross that went from the main square to the bullring, approximately three kilometers long. The young man who represented Jesus had to be prepared in advance with prayers and rehearsals. He had to take his role as Christ very seriously. The other characters were also carefully chosen and prepared for their role. They were not chosen for being the most pious or kind, but rather they were chosen because they were distanced from the faith in some way or needed to have a close experience with Jesus. It was the ideal moment for them to experience firsthand what Jesus had suffered for each one of us. For many of them it was a moment of conversion.
In 2006 I was invited to have this experience, and although I was already involved in youth ministry in my parish, this experience gave me a deeper meaning of my faith. As I said before, they did not look for the person who was considered the holiest or the best, but for the person who most needed to feel the living Christ. During that time I was discerning the priesthood and experiencing the walk with a cross helped me to appreciate more what Jesus had done for me.
Today I share this experience with you to emphasize the importance of experiencing and living the Way of the Cross in a close and personal way. Good Friday is a special day that we not only remember an event that occurred centuries ago, but it is a living experience for each of us who need to love and value more the great sacrifice of Christ on the Cross.
The Living Stations of the Cross helps us to find our mission by accompanying Jesus to Calvary, and although it is a simple representation that does not closely resemble the true suffering of Christ, it helps us to meditate on an act of love that we often take for granted. This year due to the pandemic we cannot have a Living Stations of the Cross, however, as a family we can meditate and reflect each station of the Stations of the Cross to feel each step that Jesus took towards the Cross.
Father Martin serves as Parochial Vicar at Holy Rosary Parish in Evansville.
El Vía Crucis Viviente
Padre Martin Estrada
Porque soy Catolico!
Uno de mis recuerdos más bonitos de mi infancia durante la Semana Santa es el Vía Crucis viviente que se lleva a cabo año con año en mi pueblo. Cada Vienes Santo a las doce del mediodía, los parroquianos se reúnen en la plaza principal para caminar con ‘Jesús’ hasta donde será crucificado.
Recuerdo que era una fecha muy importante ya que durante los días santos se guardaba un profundo respeto y fervor. Desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua no estaba permitido mirar la televisión ni escuchar la radio. Tampoco se podía hacer deportes o trabajos innecesarios. Pero el viernes era el día más solemne de todos, inclusive más que el Domingo de Resurrección. Las personas vestían de negro, no se permitía hablar mucho y se ayunaba rigorosamente. Era un día muy especial, pues se recordaba la Pasión y Muerte de Cristo.
El fervor de la gente se veía en el silencio y respeto profundo de la marcha del Vía Crucis Viviente que iba desde la plaza principal hasta la plaza de toros, aproximadamente unos tres kilómetros de recorrido. El joven que representaba a Jesús se preparaba con anticipación con oraciones y ensayos. Se tenía que tomar muy enserio su papel de Cristo. Los demás personajes también eran elegidos cuidadosamente y se preparaban para su papel. No se buscaban los más piadosos o bondadosos, sino más bien aquellos que estaban en cierta forma distanciados de la fe o necesitaban tener una experiencia cercana a Jesús. Era el momento ideal para que vivieran en carne propia lo que Jesús había sufrido por cada uno de nosotros. Para muchos de ellos era un momento de conversión.
En el año 2006 fui invitado a tener esta experiencia, y aunque ya estaba involucrado en la pastoral Juvenil de mi parroquia, esta experiencia le dio un sentido más profundo a mi fe. Como lo dije anteriormente, no se buscaba a la persona que se consideraba más santa o mejor sino a la persona que más necesitaba sentir al Cristo vivo. Durante aquel tiempo yo estaba discerniendo el sacerdocio y el experimentar el recorrido con una cruz me ayudo a valorar más lo que Jesús había hecho por mí.
Hoy les comparto esta experiencia para enfatizar la importancia de experimentar y vivir el Vía Crucis en una forma cercana y personal. El Viernes Santo es un día especial que no solo recordamos un hecho ocurrido hace siglos, sino es una experiencia viva para cada uno de nosotros que necesitamos amar y valorar más el gran sacrificio de Cristo en la Cruz.
El Vía Crucis Viviente nos ayuda a encontrar nuestro lugar acompañando a Jesús al calvario, y aunque es una simple representación que no se asemeja en mucho al verdadero sufrimiento de Cristo, nos ayuda a meditar en un acto de amor que muchas veces lo tomamos a la ligera. Este año debido a la pandemia no se puede tener un Vía Crucis Viviente, sin embargo, en familia se puede meditar y reflexionar cada estación del Vía Crucis sentir cada paso que Jesús da hacia la Cruz.
El Padre Martin sirve como Vicario Parroquial en la Parroquia Holy Rosary en Evansville.