Bishop Joseph M. Siegel
The Bishop’s Corner
On December 18, 2023, the Dicastery for the Doctrine of the Faith (DDF) of the Vatican issued a document titled Fiducia supplicans, on blessings for people in irregular or same-sex relationships. It generated a great deal of attention in the media, giving rise to inaccurate headlines such as “Pope gives go ahead to bless same-sex marriages.” Public actions and comments by some clergy added to the confusion. I know many parishioners have spoken to their priests and deacons, seeking a clarification of what is included in Fiducia supplicans. Shortly after the release of the document, I sent a resource to our clergy to help them in addressing these concerns. Even with the clarification offered by the DDF on January 4, there still seems to be concern and confusion about what is being taught. For this reason, I would like to take the opportunity to lay out what the document actually says and what it does not say.
First, the DDF reaffirmed the Church’s teaching that marriage is between a man and a woman. This Divine truth is not within the capacity of the Church to change as it arises from the very essence of marriage as designed by God. As the document states, “Therefore, rites and prayers that could create confusion between what constitutes marriage — which is the ‘exclusive, stable, and indissoluble union between a man and a woman, naturally open to the generation of children’ — and what contradicts it are inadmissible.” Regrettably, some have misread this document, believing it to give permission for priests and deacons to offer blessings to couples seeking to have their irregular or same-sex unions blessed. That is not the case.
Second, the document makes clear that the blessing is not a ritual meant to imitate a wedding nor is it imparted on the relationship of the persons, but on the persons themselves. It is meant to be a spontaneous blessing that calls upon God to bless those who “desire to entrust themselves to the Lord and his mercy, to invoke his help, and to be guided to a greater understanding of his plan of love and of truth.” There are many individuals who seek the blessing of a priest or deacon when they are traveling or when they are facing some difficulty in life; such spontaneous blessings, often requested after Mass, are envisioned by the document. There is not to be any prepared text or ritual, but simply the blessing of God to live well the call to be faithful to the Church and to seek to live a life of holiness.
Finally, blessings are at the service of a life oriented towards Christ, who is the fount of life. As the document notes, “when one asks for a blessing, one is expressing a petition for God’s assistance, a plea to live better, and confidence in a Father who can help us live better.” All of God’s children, no matter their sexual orientation, are called to a life of grace that puts Christ at the center of everything. Thus, the document notes that blessings are for those who “do not claim a legitimation of their own status, but who beg that all that is true, good, and humanly valid in their lives and their relationships be enriched, healed, and elevated by the presence of the Holy Spirit.”
What this means is that for those who are authentically seeking union with Christ through a life of holiness, ministers of the Church offer the blessing of God for strength and perseverance. So in reality, Fiducia supplicans doesn’t change the pastoral practice of most priests and deacons. As mentioned above, clergy, myself included, are often asked for blessings after Mass or at other gatherings, and we offer the blessings to the individuals. These spontaneous blessings are simply an offering of God’s grace and help to them in their need, whatever it might be. They are not meant to be an affirmation or approval of an irregular or sinful situation. The DDF writes that with this “popular pastoral care,” Pope Francis “invites us to value the simple faith of the People of God who, even in the midst of their sins, emerge from their everyday lives and open their hearts to ask for God’s help.”
¿Qué se enseña realmente en Fiducia Supplicans?
Obispo Joseph M. Siegel
El Rincón del Obispo
El 18 de diciembre de 2023, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano emitió un documento titulado Fiducia supplicans, sobre bendiciones para gente en relaciones irregulares o del mismo sexo. Esto generó gran atención en los medios de comunicación, dando lugar a titulares imprecisos tales como “El Papa da el visto bueno para bendecir a los matrimonios del mismo sexo.” Acciones públicas y comentarios hechos por algunos miembros del clero agregaron a la confusión. Yo sé que muchos feligreses han hablado con sus sacerdotes y diáconos, buscando clarificación sobre qué se incluye Fiducia supplicans. Poco después de la emisión del documento, yo envié una fuente a nuestro clero para ayudarlos a que aborden estas cuestiones. Aun con la clarificación ofrecida por el DDF el 4 de enero, todavía parece haber preocupación y confusión sobre lo que se está enseñando. Por esta razón, a mí me gustaría aprovechar la oportunidad para exponer lo que el documento realmente dice y qué no dice.
Primero, el DDF reafirmó las enseñanzas de la Iglesia de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. La Iglesia no tiene la capacidad de cambiar esta verdad Divina ya que emerge de la misma esencia del matrimonio diseñado por Dios. Como el documento indica, “Por lo tanto, los ritos y las oraciones que puedan crear confusión entre lo que constituye el matrimonio – que es la ‘unión exclusiva, estable, e indisoluble entre un hombre y una mujer, naturalmente abierta a la generación de niños’ — y aquello que lo contradiga es inadmisible.” Lamentablemente, algunos han malinterpretado este documento, creyendo que da permiso a sacerdotes y diáconos para que ofrezcan bendiciones a parejas que buscan bendecir su unión irregular o del mismo sexo. Ese no es el caso.
Segundo, el documento deja claro que la bendición no es un ritual concebido para imitar una boda ni tampoco para ser impartido en las relaciones de las personas, sino en las personas mismas. Su objetivo es la bendición espontanea que exhorta a Dios para que bendiga a quienes “deseen confiarse en el Señor y su misericordia, invocar su ayuda, y ser guiado hacia un mayor entendimiento de su plan de amor y de verdad.” Hay muchos individuos que buscan la bendición de un sacerdote o diácono cuando están viajando o cuando están enfrentando alguna dificultad en la vida; esas bendiciones espontaneas, a menudo requeridas después de la Misa, están vislumbradas en el documento. No debe haber ningún texto o ritual preparado, sino simplemente la bendición de Dios de vivir bien el llamado de ser fieles a la Iglesia y de buscar vivir una vida de santidad.
Finalmente, las bendiciones están al servicio de una vida orientada hacia Cristo, quien es la fuente de vida. Como señala el documento, “cuando uno pide una bendición, uno está expresando una petición por la asistencia de Dios, una súplica para vivir mejor, y confianza en un Padre que nos puede ayudar a vivir mejor.” Todos los hijos de Dios, sin importar su orientación sexual, están llamados a una vida de gracia que pone a Cristo en el centro de todo. Por tanto, el documento señala que las bendiciones son para aquellos quienes “no reclaman una legitimización de su propio estado, sino para los que ruegan que todo lo que es verdadero, bueno, y humanamente válido en sus vidas y sus relaciones sea enriquecido, sanado, y elevado por la presencia del Espíritu Santo.
Lo que esto significa es que para quienes están buscando auténticamente una unión con Cristo a través de una vida de santidad, los ministros de la Iglesia ofrecen la bendición de Dios por fuerza y perseverancia. Así que, en realidad, Fiducia supplicans no cambia la práctica pastoral de la mayoría de los sacerdotes y diáconos. Como se menciona anteriormente, al clero, yo incluido, frecuentemente se nos piden bendiciones después de la Misa o en otros encuentros, y nosotros ofrecemos las bendiciones a los individuos. Estas bendiciones espontaneas son simplemente una ofrenda de la gracia y ayuda de Dios para ellos en su necesidad, cualquiera que fuera. No pretenden ser una afirmación o aprobación de una situación irregular o pecaminosa. En el DDF se escribe que con este “cuidado pastoral popular,” el Papa Francisco “nos invita a valorar la fe sencilla de la Gente de Dios que, aun en medio de sus pecados, emerge de sus vidas diarias y abre sus corazones para preguntar por la ayuda de Dios.”