Editor’s note: Bishop Siegel’s Christmas message appears in Spanish immediately following the English text below.
Christmas 2019
Dear Brothers and Sisters in Christ,
At the heart of it all, Christmas never really changes. While many traditions have been added over the centuries, the essence of Christmas remains the same. We celebrate that the Son of God, the Eternal Word, became man. Almighty God came to live among us in the tiny infant Jesus, born in a stable, surrounded only by His Virgin Mother and foster father.
What the world calls the "magic" of Christmas, we know as "love.” It is the Love of God come down to earth, enfleshed in the Christ Child, born of the Blessed Virgin. Jesus is both the Son of God and the Son of Mary. He is, therefore, the one who links divinity with humanity. As true God, He has the power to save us from our sins. As true man, He could express His tremendous love by dying on the cross for our salvation. This Child who is born to us, this Son who is given to us, is the great mediator between God and man. He knows our joys and our struggles, our loves as well as our sorrows. Our God is truly Emmanuel ~ God with us!
Along with the Shepherds who journeyed to the stable so long ago, we have made a spiritual journey this Advent; and hopefully, all of us have encountered the Christ Child in our hearts and homes. A devout and sincere practice of our Catholic Faith – Mass each week, regular Confession, daily prayer and reading of Scripture, providing for the needs of the less fortunate – helps us prepare in our souls a proper resting place for our Savior on Christmas and every day of our lives.
On behalf of our entire diocesan staff, I extend to you and your families our prayers and best wishes for a happy and holy Christmas. I pray that in this 75th Jubilee year of our diocese, the Love of God, born for us in the silence of that night in Bethlehem, may bless you and those you love.
Sincerely yours in Christ,
Most Rev. Joseph M. Siegel
Navidad 2019
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En el corazón de todo, la Navidad nunca cambia realmente. Mientras muchas tradiciones han sido añadidas a través de los siglos, la esencia de la Navidad permanece igual. Celebramos que el hijo de Dios, la Palabra Eterna, se convirtió en hombre. El Dios Todopoderoso vino a vivir entre nosotros en el pequeño infante Jesús, nacido en un establo, rodeado solo por Su Madre Virgen y padre adoptivo.
Lo que el mundo llama la “magia” de la Navidad, nosotros lo conocemos como “el amor.” Es el Amor de Dios bajado a la tierra, encarnado en el Niño Cristo, nacido de la Virgen Bendecida. Jesús es ambos el Hijo de Dios y el Hijo de María. Él es, entonces, el que enlaza la divinidad con la humanidad. Como el Dios verdadero, Él tiene el poder de salvarnos de nuestros pecados. Como hombre verdadero, Él puede expresar Su tremendo amor muriendo en la cruz por nuestra salvación. Este Niño que nos ha nacido, este Hijo que nos ha sido dado, es el gran mediador entre Dios y el hombre. Él sabe de nuestras alegrías y nuestras luchas, de nuestros amores, así como de nuestras penas. ¡Nuestro Dios es verdaderamente Emmanuel ~ Dios con nosotros!
Junto con los Pastores que viajaron al establo hace tanto tiempo, hemos hecho un recorrido espiritual en este Adviento; y ojalá, todos nosotros hayamos encontrado al Niño Cristo en nuestros corazones y hogares. Una práctica devota y sincera de nuestra Fe Católica—Misa todas las semanas, Confesión regular, oración diaria y lectura de la Escritura, proveer por las necesidades de los menos afortunados—nos ayuda a preparar en nuestras almas un lugar de descanso apropiado para nuestro Salvador en la Navidad y cada día en nuestras vidas.
En nombre de todo nuestro personal diocesano, les extiendo a ustedes y a sus familias nuestras oraciones y mejores deseos de una feliz y santa Navidad. Yo oro para que en este año del 75 Jubileo de nuestra diócesis, el Amor de Dios, nacido por nosotros en el silencio de esa noche en Belén, los bendiga a ustedes y a aquellos a quienes ustedes aman.
Sinceramente suyo en Cristo,
Reverendísimo Joseph M. Siegel